Cocodrilos del Eoceno de la Cuenca del Duero
¿No todo son tortugas en la Sala de las Tortugas? Lo cierto es que cuesta creer que lo que ahora son las provincias de Zamora y Salamanca hubiera cocodrilos en el pasado correteando (sí, he dicho correteando) a sus anchas. Pero es cierto. Los cocodrilos son reptiles del Orden Crocodilia, son relativamente abundantes en todos los yacimientos del Paleógeno. Hasta ahora se han identificado varios géneros, “Asiatosuchus” y Duerosuchus (únicos en el mundo), Diplocynodon (el más abundante de la Sala y presente en todos los yacimientos del Eoceno y en algunos del Mioceno) e Iberosuchus. A continuación describimos los tres cocodrilos más abundantes en la colección de la Sala de las Tortugas.
“Asiatosuchus” sp.
El primero de los que hablaré fue un cocodrilo de unos 5 m de largo que habitó, junto con las tortugas del género Allaeochelys, los ríos zamoranos del Eoceno. Dado su gran tamaño estamos hablando del que debió ser sin duda el principal depredador del medio fluvial de la zona, y como siempre lo encontramos con las tortugas antes mencionadas, es muy posible que estemos ante una clara relación depredador/presa. Se está revisando un cráneo de este cocodrilo, que posiblemente acabe siendo asignado a un género completamente nuevo.
Diplocynodon tormis
El holotipo de este ejemplar, hallado en Cabrerizos, se encuentra en el Instituto Catalán de Paleontología de Sabadell. En la Sala se encuentran varios cráneos más y una réplica de dicho holotipo. El géneroDiplocynodon lo formaban cocodrilos que podían alcanzar los 2 m de largo y que habitaron los ríos y lagos europeos durante 20 m.a. Junto con los Podocnemididae representan los fósiles más abundantes del Eoceno de la Cuenca del Duero.
Iberosuchus macrodon
Y llegamos al gran depredador del Eoceno de la Península Ibérica. Se trata de un cocodrilo terrestre, corredor y de sangre caliente, como ya se acepta que tuvieron algunos dinosaurios. Este peligroso reptil pudo alcanzar los 6 m de longitud y es muy posible que su mordisco fuese letal para sus presas, no solo por su gran tamaño y fuerza, ni por la forma puntiaguda y aserrada de sus dientes, sino porque posiblemente podía infectar a sus víctimas de un modo similar a como lo hacen los Dragones de Komodo en la actualidad. Sin duda una criatura con la que deberíamos tener cuidado en caso de que siguiera existiendo.